11:28 a. m.

Señor, este frasco todavía tiene mayonesa!!!

Hace unos días estuve haciéndome unos exámenes de laboratorio, y ocurrió algo muy peculiar que ha estado rondando mi cabeza y que no he podido exorcizar. Mientras esperaba mi turno, observé que había en una esquina del consultorio, un señor bastante peculiar esperando ser llamado. El señor llevaba en una bolsa plástica, un par de recipientes de vidrio, que cuidaba con esmerado recelo y que resonaban al contacto del uno contra el otro. Al llegar su turno, el señor, supongo yo, ignorante de los frasquitos desechables que venden en las droguerías en cada esquina de la ciudad, diseñados especialmente para muestras de laboratorio, y además, ignorante del tamaño de los mismos, que asumen que la cantidad necesaria para el examen es minúscula; empezó a desempacar sendos frascos de mayonesa fruco (todavía con la etiqueta), los cuales contenían la recolección de sus muestras tanto para el parcial de orina, como para el coprológico.

Para mi sorpresa, reaccioné ante tan magno evento con una compungida risa contagiosa imposible de disimular (la cual vuelve a mi, cada vez que recuerdo tal escena). Mi carcajada en la esquina del consultorio desató la simpatía de la analista del laboratorio, lo cual me permitió adentrarme en el mundo de los laboratorios clínicos y conocer que hay tras todas esas jeringas, probetas y etiquetas.

La señora me contó, que lo que acababa de presenciar era una probadita de todas las cosas que ella había visto en su vida, y me confesó, que la creación de los frasquitos desechables es más bien reciente, movida por una campaña masiva de analistas de laboratorio que estaban cansados de recibir frascos de mayonesa, café, mermelada, panderos, entre otros muchos otros productos, los cuales les venían quitando su apetito por los mismos. Adicionalmente, me contó, que hace algunos años la gente no tenía claro que para el análisis no se necesitaba un tarrado lleno de meaos, ni “hacer del cuerpo” hasta desfallecer, sino que con cantidades mínimas el análisis se lograba perfecto y por lo tanto las muestras de una mañana copaban las instalaciones de cualquier laboratorio. También me contó, que por supuesto no faltaba el paciente que no llevaba su prueba y pedía un frasquito desocupado o que ya no usaran para tomar la muestra allì mismo. Cabe anotar, como ella misma me dijo, que ocurría lo mismo entre personas de todos los sexos, edades, estratos y enfermedades.

Pero los honores de la charla se presentaron cuando me dijo la analista, que no en una ocasión, sino en reiteradas ocasiones, había tenido que exigir repetir las muestras, porque los recipientes aún conservaban un poco de su contenido inicial, lo cual producía resultados tales como “infección de la mucosa basal y mayonesitis aguda”, o “ácido úrico alto por exceso de café”, que sin duda alteraban el resultado de las pruebas.

Mi extenso análisis de la conversación sostenida con la señora del laboratorio me condujo a un par de conclusiones. En primer lugar, que la mayonesa fruco es un producto consumido en la mayoría de los hogares colombianos y es un producto tan nuestro que dentro de todos los frasquitos de la cocina, hay preferencias por su recipiente a la hora de “re-utilizarlo”. Y en segundo lugar, que en el proceso de esterilización de los frascos se guarda especial esmero a la hora de lavarlos para que no se le caiga la etiqueta, en cada caso, por una intención particular (aduzco yo). En el caso de una madre o un padre preocupados por su condición de buenos padres le dirán a la muchacha: déjele la etiqueta de la compota Gerber al frasco, así si le descubren una enfermedad al bebé, podrán saber que no es porque lo alimentamos mal”, y en el caso de unos padres menos pudorosos y más prácticos, el discurso puede ser así: “vacíe el frasco de café en un pocillo, échele una lavadita, y me lo trae para llevar las muestras. Ante el “le quito la etiqueta?” responderán “no, tráigalo así no más, no ve que es pa’ envasar unos meaos”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Diana :
Me he divertido cantidades con tus comentarios. Tienes una pluma gentil y agradable que me recuerda un poco algunos pasajes de Andrès Caicedo. Para quienes ya no vivimos en Colombia , todos los detalles tan tìpicos de Bogotà nos hacen recordar la patria con nostalgia. Observo que no has vuelto a escribir ultimamente. O a publicar en este blog. Ojalà tu ausencia sea solo temporal y pronto podamos seguir disfrutando de esa simpatìa y buen humor que te acompaña. Cordialmente, Roberto Blanco

Filipogs dijo...

Jeje, cuántos malentendidos de laboratorio no habrán surgido por eso...

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