11:26 a. m.

El día que el Gobierno entregó el poder

La alocución presidencial ese día, fue completamente diferente a cualquier otra antes vista. El presidente de la República lucía una vaporosa guayabera, y se dirigía al pueblo colombiano desde un escenario bastante peculiar, que no permitía adivinar el lugar de donde provenía la transmisión. Comenzó su discurso así: “Colombianos, no es cobarde aquél que sabe retirarse a tiempo. Unos días ganamos y otros días perdemos, para mí y los miembros del gobierno la hora de rendirnos nos encontró. En el arte de la guerra llega un momento en que si no puedes contra tu enemigo, hay que entregarle el poder”.

Al día siguiente, la noticia corría por todos los corredores de El Tiempo, El Espectador (que tuvo sacar emisión especial), el Siglo, incluso el Espacio los cuales duplicaron sus tirajes diarios, y fue “Extra” obligado del Canal RCN y Caracol. Estaba confirmado: El gobierno le había entregado el país a la guerrilla.

Se supo por los medios de comunicación que en días anteriores se habían llevado a cabo unas negociaciones extraordinarias, con las cuales el gobierno había aceptado entregarle el poder a la guerrilla, a cambio de unas condiciones mínimas, que les compensara tan dolorosa pérdida.

El gobierno había exigido a cambio del control del Estado, uno de esos departamentos inviables del sur del país, que nadie extraña, y que sólo le genera gastos al mismo. Las opciones eran Guainía, Vichada, Vaupés o Guaviare. Dentro de los puntos de la negociación prometían refugiarse allí con sus familias, y enfatizaron que no volverían a ejercer cargos políticos en el país, ni se lo permitirían a ninguno de sus familiares.

Del nuevo gobierno no exigían nada especial. Para cumplir con tales propósitos, tan sólo querían una pequeña indemnización pecuniaria, por los ingresos que dejarían de recibir y el pleno control sobre el territorio escogido, para crear una especie de enclave privado sin intervención estatal (conocido también como zona de despeje), con opciones de convertirse en protectorado de España o alguna nación europea, con “herencia histórica, con pasado, y en lo posible con monarquía (para eventualmente emparentar), si las negociaciones de algunos expresidentes llegaban a feliz término.


Finalmente, se conoció, que se pactó el departamento del Vaupés, frente a lo cual nadie se quejó, ya que cuando les preguntaron a los Vaupesianos, si estaban de acuerdo o no, uno estaba borracho, otro le estaba vendiendo la cerveza con la que se estaba emborrachando (Águila, que es la única que tiene presencia en todo el país), el otro no hablaba español, la esposa de éste no tenía derecho de hablar, el otro no era originario del Vaupés, y los otros 5 estaban recogiendo unas maticas y no les importó. De esta manera, los principales miembros del gobierno se desplazaron con sus familias a dicho departamento, sin causar mayor controversia.

Desde ese día los miembros de gobierno acompañados de sus familias y de algunos obreros y trabajadores traídos de Venezuela, con el fin de no incomodar al nuevo gobierno colombiano, se dedicaron a construir un nuevo Vaupés. Rápidamente, se construyeron sistemas de acueducto y alcantarillado (gracias a algunos planes de desarrollo que encontraron en unos cajones viejos), que no habían podido ser construidos por falta de recursos; una hidroeléctrica, con planes de exportación de energía a los países vecinos; puertos fluviales y vías férreas con tecnología japonesa; colegios bilingües para todos los habitantes, con maestros extranjeros no sindicalizados; sistemas viales que cualquier país de Europa envidiaría; y otras pendejadas, que les permitían vivir “rico”, para no extrañar tanto el país que dejaban: aeropuertos internacionales, clubes, casas de recreo, casinos, bancos, restaurantes, boutiques, hoteles, entre otras. Todo costeado con los ahorritos de años de trabajo y esfuerzo.

Adicionalmente, como tenían que hacer que su economía se mantuviera, decidieron construir una infraestructura adaptada para el turismo, con fabulosos planes ecológicos y de descanso. Pero como no querían limitar sus posibilidades decidieron atraer más miradas hacia el Vaupés, declarándolo paraíso fiscal.

La respuesta no se hizo esperar. En poco tiempo, la inversión extranjera colmó con su dinero las arcas del incipiente sistema financiero vaupesiano. Nunca los miembros del antiguo gobierno habían visto tantos flujos de dinero juntos y Cartagena nunca conoció tanto turista como el Vaupés. Las calles de Mitú eran absolutamente glamourosas, llenas de estrellas de cine, de la música, del deporte, de las letras y el arte (hasta García Márquez y Botero compraron apartamento en Mitú, porque era como estar en Colombia, pero sin los inconvenientes de tener que ir a ella). Fue así que el Vaupés fue llamado el Mónaco de América latina

Por otro lado, los problemas en el nuevo gobierno de Colombia no tardaron en aparecer. El intento por volver el país federalista había fracasado rotundamente, porque el gobierno central, se había dado cuenta que los antioqueños estaban armando toldo aparte, y ante el éxito del Vaupés (del cual no permitían hablar), estaban convencidos que solos les iría mucho mejor. Los excomandantes guerrilleros, convertidos en alcaldes y gobernadores no gozaban de legitimidad, y ante la falta del uso de la fuerza para sembrar el orden, el país estaba hecho un caos, sin Dios (porque el que había se lo había llevado el antiguo presidente para el Vaupés), ni ley (porque ésta nunca existió).

Los brotes de violencia eran el pan de cada día, la economía caía cada vez en una peor recesión, los indicadores económicos habían tocado el fondo, el desempleo era cada vez más alto, la inversión extranjera salió completamente del país. El alto déficit fiscal que tenía el país obligó a los miembros del gobierno a dejar de tomar guisky con todas las comidas y de enchaparse los dientes en oro y piedras preciosas y volver al plátano maduro y la yuca sin sal, como todos los colombianos.

Los niveles de delincuencia y criminalidad tuvieron una subida estrepitosa. Pero el caso más agudo, fue la falsificación de documentos. Se falsificaba toda clase de visas para Estados Unidos, España, Venezuela, Italia, México, pero especialmente para el Vaupés.

Se duplicaban cédulas expedidas en el Vaupés, certificados de consanguinidad con ciudadanos vaupesianos, permisos de residencia del Vaupés. Todos en Colombia querían ser del Vaupés, o emigrar ilegalmente allí.

Si no lograban una buena falsificación (debido a que los que expedían los documentos en el Vaupés también eran colombianos y sabían todas la mañas, por lo cual eran difíciles de falsificar), los ciudadanos colombianos buscaban ancestros del Vaupés, se emparentaban con vaupesinos para poder adquirir el permiso de entrada, aunque era una tarea difícil ya que por un lado no había muchos Vaupésinos y por otro lado, los que había, se regresaron a su tierra. Las mujeres se dejaban caer el busto, para pasar como indígenas, las personas color cafesito “indio”, se volvieron supremamente cotizadas, y se creó un snobismo hacia todo lo que fuera blanquito y no fuera del Vaupés.

El nuevo gobierno ya no quería gobernar y pedía todas las noches devotamente a las ánimas del purgatorio, que también les hiciera el milagrito, y que apareciera alguien a quien regalarle el país. Añoraban aquellos días en que había paramilitares (serían unos candidatos perfectos para dejarles el país), les gustaba cuando todo era malo para todos, y no soportaban ver el gato por liebre que les había metido el antiguo gobierno y qué carajos, ellos también querían su Vaupés. En realidad lo que querían era Vaupés para todos o Vaupés para ninguno.

De esta forma, intentaron buscarle el chueco a la ley, trataban de encontrar algo que dijera que por ellos ser también miembros del gobierno podían ir al Vaupés, pero la ley había sido muy clara y se había creado en forma de destierro y de castigo para los miembros de la burguesía decadente, enemigos ancestrales del pueblo colombiano, sin posibilidad de revocación. Buscaron ayuda internacional para intentar recuperar la soberanía sobre el territorio del Vaupés, pero ningún país estaba interesado en apoyar a Colombia sobre todo porque la mayoría de países tenían intereses puestos en el Vaupés.

Sin nada que hacer y mamado de un país ingobernable, el presidente de la República de Colombia quien se encontraba de viaje en el Protectorado español del Vaupés acompañando a la representante de Colombia al Miss Universo que tenía lugar allí; se dirigió al pueblo colombiano durante su acostumbrada alocución presidencial de las 12 del día en estos términos: “ Queridos colombianos, en el día de hoy, tengo un anuncio muy importante que hacerles desde tierras vaupesianas. Yo renuncio a mi cargo y prometo no regresar a Colombia nunca más. Me voy para Cuba o para Venezuela. Ahí les dejo su país de mierda. Vean como se lo reparten o miren a ver si a alguien la desea. No lo dejo en ningunas manos porque no soy un vende patrias, a pesar que esta patria a nadie le interesa”.

1 comentarios:

Filipogs dijo...

Quiero conocer Vaupés...

Search

QUÉ ESTÁ LEYENDO?

Qué está leyendo?