11:30 a. m.

Rogelio Rojas: No te vayas por favor

Existen algunos temas que por la condición femenina de los mismos los hombres nunca llegarán a entender, o no los tienen claros, por lo cual me siento en obligación de hablar sobre ellos. Uno de los temas más despreciados pero más cercanos a cada hombre y mujer sobre la tierra es la visita mensual que le hace a las mujeres “Rogelio Rojas”, (como lo habrán podido experimentar los hermanos de niñas que entran a la edad de merecer, los novios de las mismas y los esposos de las que felizmente merecieron). Sin embargo, al parecer para muchos, el tema se vuelve completamente ajeno o extraño cuando la visita no llega, sino que deja de llegar, y al final no vuelve definitivamente. Por ejemplo, me encontré hace poco con un artículo escrito por un hombre, en donde decía que los años aliviaban a las mujeres de sus desventuras y que convertían en un punto a su favor lo que antes habían tenido por contrario, lo cual es absolutamente inexacto, y no puede provenir, sino de una condición masculina.

Cuando Adán y Eva pecaron, Dios condenó a Adán y a su descendencia masculina, a salir del paraíso y a tener que trabajar arduamente con el sudor de su frente para pagar por su pecado. En el caso de Eva, como fue la autora además de material, intelectual del pecado, la condenó a ella y a su descendencia femenina, a pagar su falta con sangre, pero para que no murieran en el acto, las condenó a pagar su deuda en cómodas cuotas mensuales. Y es que la visita de Rogelio Rojas, es una cosa jartísima, y cuando uno a los 12 años (más o menos), piensa cuántas veces tendrá a este indeseable invitado durante la vida, la cuenta es aterradora: más o menos (haciendo cuentas alegres) conocerá uno dicha visita unas 500 veces en la vida, lo cual es bastante desalentador.

Pero después del primer año, y exceptuando uno que otro paseo arruinado, o chasco presentado, uno no se desvela por la idea de la misma, es más, lo que le puede quitar a uno el sueño es más bien la ausencia de ésta. Pero a pesar de todo lo malo que se pueda decir, ella es la circunstancia que le da a la mujer la posibilidad de ser mamá, es muestra de salud, y lo más importante, permite excusar comportamientos caprichosos bajo el argumento de que “quiero tal cosa, porque estoy sensible; o no quiero tal cosa, porque estoy sensible; o, “hay que tenerme mucha paciencia porque estoy sensible”, y cada mujer sabe que eso no es ninguna desventaja.

Sin embargo, perder la visita mensual, me refiero, a para siempre, es realmente duro. Empieza todo con una racha de calores insufribles, aún en los climas más gélidos, que no se calman con nada y que son capaces de enloquecer a cualquiera. Le siguen unas descompensaciones emocionales, que ya nadie atiende, porque ya no hay motivo para estar sensible. La memoria empieza a jugar malas pasadas, y se encuentra uno señoras en la puerta de la casa, que no saben si están entrando o si van saliendo. Estas descompensaciones se unen a la idea atávicamente temida de la vejez, y de la “sejuela”, que hacen más daño en el organismo, que un cólico insufrible, para el cual existen miles de medicamentos, bolsas de agua calientes, y demás remedios caseros, porque llegar a la menopausia, es realmente el momento en que todo empieza a ponerse color de hormiga. Cabe mencionar que la menopausia, es una idea a la que la mayoría de las mujeres se resisten, y que tratan de evitarla lo máximo posible, con lo cual los síntomas empeoran, porque tener que empezar a usar estrógenos, que hacen doler la cabeza, que pueden causar ansiedades temerosas y enfermedades peligrosas ocupa, sí, muchas horas de sueño, y de tranquilidad.

Para los que creen que los hombres la pasan más mal cuando entran en años, por la caída inevitable del pelo de zonas donde debería estar y la aparición de pelo en zonas en que no debería nacer, por la desfondada de la barriga, o por la impotencia o inapetencia sexual, deben saber que en el caso masculino, la andropausia o “menopausia masculina” tiene unos síntomas bastante más llevaderos: calores, pero causados por las niñitas de 20 y en la mayoría de los casos, calmados por la noviecita de 20. Descompensaciones emocionales, fácilmente curables con un buen frasco de Viagra. Envejecimiento, lo cual no es una desventaja en el hombre, sino un punto a su favor, con eso de la percepción que se tiene de que los hombres mientras más años, más interesantes. Al que le moleste esa forma de envejecer que tire la primera piedra!!!!

Quiero anotar (para los que estaban viendo ya muy claro) que a pesar del hecho que recibir la visita cumplidamente cada mes no sea peor que no volver a recibirla, esto no le quita mérito a la primera, y no por esto, hay que dejar de consentir a las mujeres, paladearlas, comprenderlas, y seguirles la cuerda por absurdo que parezca puesto que también se pasa muy mal. Teniendo esto último muy en cuenta, hago un llamado a todos los hombres y a todas las mujeres, para que cuando sus mamás les empiecen a sacar en cara las horas de labor de parto que pasaron tuviéndolos, o cuando las tías, abuelas, primas, novias o esposas se pongan “cansonas”, cuenten hasta diez, y las ayuden con amor y paciencia, sobre todo mucha paciencia, a superar la dolorosa aflicción que se siente cuando Rogelio Rojas, ha dicho para siempre: “Adiòs”.

2 comentarios:

Christian Pardo dijo...

Este post es muy chistoso. Gracias.

Filipogs dijo...

No lo digas... paciencia? eso es un karma!!!!!!!!

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