YO TAMBIEN ODIO A SPIDERMAN

Yo soy una gran amante de los súper héroes. Es más, mi primer amor fue Aquaman al que después cambié por Shiryu, caballero del zodiaco, que con sus ojos azules y su pelo largo del mismo color, logró conquistar mi corazón. En lo referente a los súper héroes, conozco a todos los que hay que conocer, sé lo indispensable sobre cada uno de ellos, no soy una gran conocedora pero sí una fanática semi-frecuente.

En mi opinión, en cuestiones de súper héroes no hay ni buenos ni malos, en realidad todo depende de los enemigos que tengan o mejor dicho, qué tan malos o menos malos estos son. Ni siquiera importa si son reales o no. Pero en realidad su popularidad sólo depende de la aceptación del público y es aquí donde yo entro en escena: Estoy decidida a acabar con SPIDERMAN.

Empecemos por decir que odio las arañas, las aborrezco, no puedo ni siquiera imaginármelas porque me dan terribles escalofríos de terror y empiezo a sentir sus patas caminar en mi brazo, lo cual aumenta mi pánico. Odio a las arañas más que comer apio o cilantro o que usar medias o bañarme con agua fría. En fin, las arañas son mis Archi-enemigas y yo estoy dispuesta a convertirme en su Némesis.


Esta cruzada incluye a Spiderman. Es que un súper héroe que obtuvo sus poderes por la mordida de una araña radioactiva, y que comparte ADN humano y arácnido sólo merece la suerte que merecen sus benefactoras: Morir.

Pero aparte de mi antipatía por su genética arácnida, su lado humano no me resulta menos hostil y su aparición en la pantalla grande, no sólo confirmó mi animadversión contra él, sino que adicionalmente la reafirmó. Peter Parker además de poseer todas las cualidades de una araña de tamaño humano (adherencia a las superficies, fuerza, sentidos agudos y velocidad en sus movimientos) es para mi gusto absolutamente afeminado, un come-libros sin ambiente, torpe, debilucho, enclenque, más blanco que una rana platanera, se la deja montar de todo el mundo, lampiño y me atrevería a decir que hasta impotente, sin mencionar inconsciente. Con el cuento de que atrapar ladronzuelos no era cosa suya, dejó que le mataran a su tío Ben, que se partió la espalda criándolo, para que este mal agradecido lo dejara a su suerte ocasionándole la muerte por causa de su indiferencia. Comprende uno incluso por qué hasta sus amigos se convierten en villanos con tal de no tenérselo que aguantar.

Declaro oficialmente, que nunca me gustó el hombre araña, ni me gusta, ni jamás me va a gustar ni en su lado arácnido, ni en su lado humano, así se filmen las seis partes de spiderman, con las que están amenazando los estudios de Hollywood, y rezo todos los días porque en alguna de esas películas alguno de sus enemigos, sea el Duende Verde, o Morlun, o el Octopus, o el Baygón o cualquiera (yo me ofrezco para acabar con este arácnido si quieren), pueda dejarlo de una vez por todas y para siempre, patas arriba.