10:05 p. m.

CITA EN LA CALLE 16

La historia que voy a narrar sucedió el sábado pasado en Washington D.C., entre la 1.30 y las 2.30 de la mañana. Mi amigo, llamémoslo J. Bauer para mantener oculta su identidad, recibió una llamada de su tiniebla, una cuchi-barbie 10 años mayor que él, que estaba ardiendo en deseos por verlo.

La cuchi barbie en cuestión, se encontraba reunida con unos colegas de su edad en algún bar de la ciudad. Mi amigo le preguntó en dónde estaba, para pasar a recogerla, y ella respondió:
-Estoy en la 16th & Penn-.

Mi amigo se despidió de nosotros con suprema diligencia, y después de arreglarse el peinado y de chequearse el aliento, salió como volador sin palo, a buscar un taxi en la fría noche washingtoniana, que lo llevara hasta donde su amante. Minutos más tarde se encontraba en la 16th. & Penn.

Una vez allí, mi amigo reconoció inmediatamente la dirección, aunque no pudo más que asombrarse. No era para menos. J. Bauer había estado millones de veces en frente de esta calle, al igual que cientos de turistas que visitan diariamente la ciudad, porque la 16th &  Penn es tal vez la calle más conocida de todo Washington D.C., puesto que alberga el inmueble más famoso de todo el país: La Casa Blanca.

Después de patonearse la calle para arriba y para abajo unas treinta y pucho de veces buscando la ubicación del bendito bar donde estaba la cucha esa (para este momento la cuchi barbie había descendido en su escala afectiva), mi amigo, que para ese entonces ya estaba semi-congelado, decidió dejar el orgullo y pedir ayuda.

Con esta actitud (que después le pesó haber adoptado), se acercó a un grupo de guardias de seguridad, y les preguntó que si ellos sabían si había algún bar en est acalle, porque tenía que ir a buscar a una amiga y no encontraba el lugar.

La reacción, que no se hizo esperar, fue una carcajada en cadena por parte del grupo de macancanes del servicio secreto, que rompían en sendas risotadas, mientras le comunicaban a través de sus transmisores a los demás compañeros de guardia, que había aparecido “el huevón de la noche”.  Es decir, el pobre desafortunado al que alguna mujer citó en la 16th & Penn, para sacárselo de encima o jugarle una broma pesada.

Desafortunadamente, mi amigo tuvo que enterarse de la manera más bochornosa, que la cita en la 16th & Penn es tan famosa como la misma Casa Blanca, y que es una broma que usan los de la ciudad para burlarse de los turistas o para darle a entender a un tipo, que lo han mandado a volar. Decepcionado y con el rabo entre las piernas, volvió a las frias calles e la ciudad, con un sabor amargo en su boca y serias ganas de llorar.


P.D. La historia aquí narrada es producto de la ficción, cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.

9 comentarios:

Filipogs dijo...

Jejeje, pobrecito...

Unknown dijo...

pobre ese J. Bauer, proxima vez mejor que camine con un DC Guide para que sepa a donde ir.

Artehaga dijo...

Ja,ja,ja,ja. Yo sé. Esta es una de esas historias tipo "Que no le pase a usted".

Anónimo dijo...

Me sumo a las carcajadas de los guardias. Algunos es que no se enteran de la vaina.

El Pollo dijo...

Debe tener tremendo sentido del humor para contártelo...

Unknown dijo...

jajaja coincido con el amigo Leopoldo, tremendo sentido del humor para contalo! Un grande...

H.G. dijo...

Pero J Bauer, como buen agente antiterrorista, se dio cuenta de que la cuchi barbie le había hablado en código, y que le estaba alertando sobre un ataque terrorista en la Casa Blanca, así que asesinóa todos los guardias de seguridad, que eran impostores, y se adentró hasta la Oficina Oval donde desactivó una bomba justo antes de que alguien le disparara sin atinarle. Persiguiendo a quien había tratado de matarlo, logró acorralarlo en un pasillo hasta darse cuenta de que el personaje era nada más y nada menos que su propio padre, quien a su vez trabajaba para un grupo de extremsitas de derecha que se habían aliado con un ex-agente de la KGB que estaba al servicio de una misteriosa dama que más adelante descubriría que era la "cuchi-barbie" y que además manipulaba al mismísimo Presidente... En fin, algo muy parecido a cualquier capítulo de 24.

Un saludo a la miembro número 173 del club de lso que no podemos dormir ;)

Ciro Pepe dijo...

Dianita, no sabia que tenias un blog!!

Que de pinga, de ahora en adelante te visitare!

Juan Felipe Chamorro dijo...

jajaja, muy buena historia...

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