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LA MISTERIOSA DESAPARICIÓN DE LA TAZA DE CAFÉ

Todo empezó una fría tarde de sábado, cuando la mamá de Carolina decidió tomarse algo calientico para pasar el frío que estaba haciendo. Como hacía todas las veces que quería tomarse algo calientico para pasar el frío, se dirigió a la cocina, tomó una taza, le agregó una cucharada del café instantáneo que tanto le gustaba, le puso un poco de agua, leche, azúcar, lo revolvió con una cuchara pequeña, lo llevó al microondas durante 1 minuto y 30 segundos y esperó. Al pasar el minuto y medio, y luego de que el horno avisara que la comida estaba lista, sucedió algo muy extraño. La mamá de Carolina abrió el horno, y cuál sería su sorpresa al descubrir que la taza que había puesto hacía minuto y medio había desaparecido ante sus ojos, ya que ella no se había movido de la cocina ni un segundo.

Miles de explicaciones pasaron por su cabeza, pero ninguna lograba explicar completamente la extraña desaparición de la taza de café. Llamó inmediatamente a Carolina que estaba en la otra habitación, le comentó lo sucedido y le dio la única explicación que había encontrado ante este extraño hecho. No cabía duda, la taza se había desintegrado.

Carolina buscó por todo lado, revisó el horno por delante y por detrás, llamó a su hermana para que colaborara en la búsqueda de la taza y un poco incrédula ante la explicación de su mamá, le hizo las preguntas que se les suelen hacer a las mamás en estos casos.

-¿Estás segura que sólo lo pusiste un minuto y medio? Porque en un minuto y medio las cosas no se desintegran.
-Sí, estoy segura que fue sólo un minuto y medio, o acaso he estado en la cocina más de 5 minutos?
- Bueno, pero ¿de qué material era la taza que utilizaste?
- Pues del material de las tazas que siempre he usado. A lo mejor fue que ya estaba muy usada y no aguantó más, es que esa taza ya tenía sus años.
-Pero, ¿estás segura que pusiste a calentar un café?
-Pues claro. Es más tengo la prueba. Aquí está la cuchara que utilicé para revolver la taza, todavía está mojada de café. Chúpala y verás que sabe a café.

Carolina se chupó la cuchara y comprobó que en efecto, la misma sabía a café. Ante lo evidente de la prueba de la existencia real del café, y la inminencia de la desaparición de la taza, no quedó más remedio que aceptar la teoría de su mamá. La taza se había desintegrado, y el café con ella.

Las medidas que la mamá de Carolina tomó a continuación no fueron de extrañarse. El horno no se volvió a usar para calentar café, las tazas no se volvieron a meter al microondas, no vaya y fuera que se desintegraran, y se compraron recipientes especiales para el horno microondas. Lo anterior por supuesto aunado a la carta dirigida al Carrefour (donde había comprado el horno) expresando su preocupación por tal incidente y las llamadas a las amigas, avisándoles de los peligros de calentar el café en el microondas.

Varias semanas después, durante la jornada de aseo general de la casa, la empleada del servicio abrió una de las gavetas que estaba ubicada al lado del horno microondas y descubrió una taza con una capa mohosa sobre el líquido que contenía. Llamó a la mamá de Carolina y le preguntó si había alguna razón para que esa taza estuviera allí, ante lo cual, la mamá de Carolina no pudo más que gritar emocionada. Por fin se había resuelto el misterio de la taza de café. No cabía duda de lo que había sucedido en realidad, el horno no había desintegrado la taza, la había teletransportado.

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