Por qué había decidido separarme de Camilo? Por muchas razones, había cosas que ya no soportaba de él. Su olor por ejemplo. No sé si siempre me disgustó o si con el tiempo cambió, o si la que cambió fui yo, pero ya no soportaba el aroma que quedaba en la cama cuando él se levantaba, o en la ropa que se quitaba cuando llegaba del trabajo, o el olor que quedaba en mi cuerpo cuando él me “hacía el amor”, —las pocas veces que lo hacía—.
No soportaba que dejara todo en el piso, la toalla, los calzoncillos, la ropa, el maletín, los zapatos, nunca pude entender por qué tenía que dejar todo en el piso. Y no soportaba como pronunciaba la g cuando me llamaba, algo así como un “Anguela” gutural, que le salía del leve acento que le quedó de los años que pasó en España. Y no soportaba esa insufrible nostalgia de sus años en Europa. Su eterno “es que en Europa no se qué, si estuviéramos en Europa tra la lá”. “Es que los europeos si saben comer, es que los europeos si tienen historia, es que los europeos si TODO”.
Y también estaba cansada de su trabajo. Lo absorbía tanto que desde hace años era difícil ver a Camilo antes de las 10 de la noche en la casa. Creo que fue su trabajo el culpable de que se abriera ese abismo entre nosotros. Camilo tenía la idea fija de nunca llevarme a las fiestas de su trabajo, de nunca presentarme con sus colegas, de nunca hablarle a nadie de mí, ni hablarme a mí de nada ni nadie relacionado con su trabajo. Era absolutamente celoso de mí y de su trabajo. Nunca comprendí por qué Camilo nunca quiso inmiscuirme en su vida fuera de la casa, cuando cualquier otro hombre en el mundo hubiera alardeado con quien pudiera, el hecho de estar casado conmigo, no cree usted?.
No había otro hombre, como él pensó al principio. Nunca lo hubo y dudo que lo vaya a volver a haber. Una cosa es que ya no pudiera estar con Camilo y otra que no lo siguiera queriendo igual como el primer día que lo conocí. Sólo me bastaron 20 minutos para enamorarme perdidamente de él, sabe?. Desde ese día resolví dedicármele en cuerpo y alma, y ha sido así durante los seis años que hemos estado juntos. Nunca he querido a nadie como a él. Incluso sus defectos me gustaban, qué más amor que ese?. Aún cuando él prefería pasar más horas en su trabajo que conmigo, yo trataba de estar siempre con él, dedicando mis días a hacerle su vida más feliz. Pero al parecer no era suficiente porque Camilo desde hacía algún tiempo había dejado de ser el Camilo del que yo me enamoré, el que estaba ciego de amor por mí, el que le quitaría un dulce a un bebé con tal de verme feliz y se había convertido casi en un extraño, al que ni siquiera veía lo frecuentemente para preguntarle por qué.
Claro que no fue sólo por eso por lo que había decidido separarme de él. Y sé que Camilo no se esperaba que esa noche —la misma del accidente— yo le pidiera el divorcio, como tampoco esperaba tantas otras cosas que también le dije. Esa noche por ejemplo, fue la primera vez que le mencioné que yo sabía que la razón de su tristeza era otra mujer y que él sin saberlo, era quien me lo había contado. Imagínese su sorpresa, cómo podía saber él que hablaba en sueños y mucho menos, saber que yo ponía atención a todo lo que decía?. Tenía tanto miedo que se fuera a morir en uno de sus ronquidos, —como mi papá— que casi pasaba las noches enteras en vela cuidando su sueño, acomodándolo cada vez que sus ronquidos eran más fuertes, volteándolo para que pudiera respirar mejor; fue así como descubrí tantas cosas que él me escondía de día y que me revelaba inconcientemente por la noche.
Camilo no creía que esas fueran razones suficientes para acabar con nuestro matrimonio, e incluso me acusó de tener otro hombre, así que finalmente tuve que confesarle la verdadera razón de por qué no podía seguir con él. Yo no quería contárselo porque la manera como me había enterado me parecía deshonesta pero al final no me quedó más remedio que hablarle de su sagrada “Clara” y de cómo sabía que a pesar de que él dormía en mi cama, era con ella con quien soñaba. Le dije que podía soportar todo, que incluso había perdonado en el pasado sus pequeños “deslices”, porque ellos eran reales y contra ellos podía luchar, pero no podía combatir sus fantasmas. No se puede pelear contra algo que no existe y aún así, no hay enemigo más invencible que éste.
Hace ya casi un año que todo ocurrió, pero Camilo nunca pudo perdonarse el que casi me matara, así fuera inconscientemente. Su culpa era más grande aún porque estaba soñando de nuevo con esa mujer, luego de haberme jurado que jamás volvería a pasar, —como si él pudiera controlar su subconsciente—. Esa noche no habló en sus sueños, pero su respiración era más fuerte y acelerada y sus ronquidos más profundos, así que me asusté y traté de despertarlo, ahí fue cuando él me agarró por el cuello hasta dejarme sin aire haciendo que me desmayara. Cuando él se despertó pensó que me había matado y eso lo desgarró, lo cambió para siempre.
Desde ese día empezó su paranoia y su delirio de persecución. Yo traté de ayudarlo, pero él ya no me quería a su lado, temía hacerme daño otra vez. Probamos varios tratamientos pero su depresión fue en aumento y hace unos días perdió completamente la lucidez; sus alucinaciones se volvieron cada vez más reales, hasta el punto de aseverar que su vida estaba en peligro y de huir despavorido hacia la finca de su abuelo, para esconderse en unas grutas que hay allí. Lo encontramos después de varios días, gracias al capataz de la finca a quien por cierto Camilo atacó, cuando él hacía sus rondas nocturnas por las cuevas, ya que últimamente habían descubierto que los maleantes de la zona, aprovechaban la oscuridad de las cuevas para ocultarse allí y hacer quién sabe qué cosas.
No soportaba que dejara todo en el piso, la toalla, los calzoncillos, la ropa, el maletín, los zapatos, nunca pude entender por qué tenía que dejar todo en el piso. Y no soportaba como pronunciaba la g cuando me llamaba, algo así como un “Anguela” gutural, que le salía del leve acento que le quedó de los años que pasó en España. Y no soportaba esa insufrible nostalgia de sus años en Europa. Su eterno “es que en Europa no se qué, si estuviéramos en Europa tra la lá”. “Es que los europeos si saben comer, es que los europeos si tienen historia, es que los europeos si TODO”.
Y también estaba cansada de su trabajo. Lo absorbía tanto que desde hace años era difícil ver a Camilo antes de las 10 de la noche en la casa. Creo que fue su trabajo el culpable de que se abriera ese abismo entre nosotros. Camilo tenía la idea fija de nunca llevarme a las fiestas de su trabajo, de nunca presentarme con sus colegas, de nunca hablarle a nadie de mí, ni hablarme a mí de nada ni nadie relacionado con su trabajo. Era absolutamente celoso de mí y de su trabajo. Nunca comprendí por qué Camilo nunca quiso inmiscuirme en su vida fuera de la casa, cuando cualquier otro hombre en el mundo hubiera alardeado con quien pudiera, el hecho de estar casado conmigo, no cree usted?.
No había otro hombre, como él pensó al principio. Nunca lo hubo y dudo que lo vaya a volver a haber. Una cosa es que ya no pudiera estar con Camilo y otra que no lo siguiera queriendo igual como el primer día que lo conocí. Sólo me bastaron 20 minutos para enamorarme perdidamente de él, sabe?. Desde ese día resolví dedicármele en cuerpo y alma, y ha sido así durante los seis años que hemos estado juntos. Nunca he querido a nadie como a él. Incluso sus defectos me gustaban, qué más amor que ese?. Aún cuando él prefería pasar más horas en su trabajo que conmigo, yo trataba de estar siempre con él, dedicando mis días a hacerle su vida más feliz. Pero al parecer no era suficiente porque Camilo desde hacía algún tiempo había dejado de ser el Camilo del que yo me enamoré, el que estaba ciego de amor por mí, el que le quitaría un dulce a un bebé con tal de verme feliz y se había convertido casi en un extraño, al que ni siquiera veía lo frecuentemente para preguntarle por qué.
Claro que no fue sólo por eso por lo que había decidido separarme de él. Y sé que Camilo no se esperaba que esa noche —la misma del accidente— yo le pidiera el divorcio, como tampoco esperaba tantas otras cosas que también le dije. Esa noche por ejemplo, fue la primera vez que le mencioné que yo sabía que la razón de su tristeza era otra mujer y que él sin saberlo, era quien me lo había contado. Imagínese su sorpresa, cómo podía saber él que hablaba en sueños y mucho menos, saber que yo ponía atención a todo lo que decía?. Tenía tanto miedo que se fuera a morir en uno de sus ronquidos, —como mi papá— que casi pasaba las noches enteras en vela cuidando su sueño, acomodándolo cada vez que sus ronquidos eran más fuertes, volteándolo para que pudiera respirar mejor; fue así como descubrí tantas cosas que él me escondía de día y que me revelaba inconcientemente por la noche.
Camilo no creía que esas fueran razones suficientes para acabar con nuestro matrimonio, e incluso me acusó de tener otro hombre, así que finalmente tuve que confesarle la verdadera razón de por qué no podía seguir con él. Yo no quería contárselo porque la manera como me había enterado me parecía deshonesta pero al final no me quedó más remedio que hablarle de su sagrada “Clara” y de cómo sabía que a pesar de que él dormía en mi cama, era con ella con quien soñaba. Le dije que podía soportar todo, que incluso había perdonado en el pasado sus pequeños “deslices”, porque ellos eran reales y contra ellos podía luchar, pero no podía combatir sus fantasmas. No se puede pelear contra algo que no existe y aún así, no hay enemigo más invencible que éste.
Hace ya casi un año que todo ocurrió, pero Camilo nunca pudo perdonarse el que casi me matara, así fuera inconscientemente. Su culpa era más grande aún porque estaba soñando de nuevo con esa mujer, luego de haberme jurado que jamás volvería a pasar, —como si él pudiera controlar su subconsciente—. Esa noche no habló en sus sueños, pero su respiración era más fuerte y acelerada y sus ronquidos más profundos, así que me asusté y traté de despertarlo, ahí fue cuando él me agarró por el cuello hasta dejarme sin aire haciendo que me desmayara. Cuando él se despertó pensó que me había matado y eso lo desgarró, lo cambió para siempre.
Desde ese día empezó su paranoia y su delirio de persecución. Yo traté de ayudarlo, pero él ya no me quería a su lado, temía hacerme daño otra vez. Probamos varios tratamientos pero su depresión fue en aumento y hace unos días perdió completamente la lucidez; sus alucinaciones se volvieron cada vez más reales, hasta el punto de aseverar que su vida estaba en peligro y de huir despavorido hacia la finca de su abuelo, para esconderse en unas grutas que hay allí. Lo encontramos después de varios días, gracias al capataz de la finca a quien por cierto Camilo atacó, cuando él hacía sus rondas nocturnas por las cuevas, ya que últimamente habían descubierto que los maleantes de la zona, aprovechaban la oscuridad de las cuevas para ocultarse allí y hacer quién sabe qué cosas.
Como podrá ver, las cosas se estaban poniendo más complicadas, porque sus alucinaciones, estaban poniendo en peligro a otras personas. Yo estaba desesperada y lo único que me quedó fue intentar localizar a la Clara de sus sueños, pensé que si ella había desencadenado esto, tal vez ella podía ayudarlo a recuperar la razón. Después de muchas investigaciones, descubrí que su Clara existía y tenía apellido: Daza y que había hecho su residencia en la clínica de reposo donde la madre de Camilo había estado internada. Fue así como llegamos a usted doctora Daza. No sé si usted pueda ayudarlo o si después de que él la vea yo lo pierda para siempre, pero usted es lo último que me queda por hacer por él.
2 comentarios:
Guao, genial, mi preferido.
¿quién se atreverá a hacer el 10?
hey!! vaya que se aproxima a la salvacion de camilo ... o quizas más a su perdicion :-S
Se me ocurren un par de cosas para el 10mo capitulo
pero aun asi no me atrevo a culminar tal odisea!!!
...
En hora buena por tal episodio y yaaaaaaaaa, que alguien proponga el 10mo !!!!!!!!!!!!!
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